Una funcionaria de la Cancillería guatemalteca identificó como Jackeline Caal a la niña de 7 años que murió en un hospital en Texas, luego de haber sido arrestada junto a su padre y otros migrantes en Nuevo México.
El padre fue identificado como Nery Caal, de 29 años, y que son originarios de una comunidad indígena de Alta Verapaz, en el norte de Guatemala, dijo la funcionaria, quien habló bajo condición de anonimato por no estar autorizada a hablar con la prensa.
Por separado, la cancillería informó el viernes en un informe escrito que según información de la Patrulla Fronteriza la niña fue detenida junto a su padre y otros migrantes en Nuevo México la noche del jueves 6 de diciembre, ella presentaba fiebre y vómitos y que fue atendida por paramédicos y que unas 8 horas después su salud se agravó y presentó fiebres y convulsiones por lo que fue llevada a un centro asistencial en Texas.
La niña habría sobrevivido a dos paros cardiacos previos a su muerte.
Se desconoce qué le sucedió a la niña durante esas ocho horas antes de que presentara convulsiones y fuera trasladada vía aérea a un hospital de El Paso. En un comunicado, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza señaló que no había comido ni tomado agua en varios días.
La agencia no le proporcionó a The Associated Press el comunicado que le dio al Post a pesar de múltiples solicitudes.
Procesar a 163 inmigrantes en una noche habría representado un reto para la agencia, cuyas instalaciones de detención son temporales y no cuentan con la capacidad de albergar a tantas personas.
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Cuando un agente de la Patrulla Fronteriza realiza un arresto, esa persona es procesada en una instalación, pero por lo general no pasa más de 72 horas detenida antes de ser transferida al Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE por sus iniciales en inglés) o, si es de nacionalidad mexicana, ser deportada a su país.
La muerte de la menor genera dudas sobre si los agentes fronterizos sabían que estaba enferma o si se le alimentó o dio de beber durante las más de ocho horas que estuvo detenida.
Inmigrantes, abogados y activistas desde hace tiempo han presentado denuncias sobre las condiciones de las celdas de detención de la Patrulla Fronteriza.
En Tucson, una demanda en curso afirma que las celdas son inmundas, sumamente frías y carecen de elementos básicos, como cobijas. El juez que lleva la demanda ordenó al Sector Tucson de la agencia, que patrulla buena parte de la frontera entre México y Arizona, que proporcione cobertores y colchonetas para dormir y entregue de manera regular los videos de las cámaras de vigilancia del interior de las celdas.
La Patrulla Fronteriza ha visto un incremento en los grandes grupos de migrantes, muchos de ellos con niños pequeños, que se entregan a las autoridades. La mayoría son de origen centroamericano y señalan que huyen de la violencia. En lugar de intentar evadir a las autoridades, se entregan con planes de solicitar asilo.
Los agentes de Arizona con frecuencia ven grupos con más de 100 personas, en ocasiones con niños y bebés.
Arrestar a esos grupos crea problemas logísticos para los agentes, que deben esperar la llegada de las vagonetas de transporte equipadas con asientos para bebé, para llevar a los migrantes a las instalaciones de procesamiento, que se encuentran por lo menos media hora al norte de la frontera.
Anteriormente, un bebé murió poco después de ser liberado de un centro de detención familiar del ICE en Texas, y en momentos en que el gobierno del presidente Donald Trump intenta rechazar las solicitudes de asilo para aquellos que cruzaron ilegalmente la frontera. Una corte federal de apelaciones bloqueó temporalmente esa medida, pero el gobierno solicitó a la Corte Suprema su reinstauración el martes.
Cynthia Pompa, directora de defensa del Centro de Derechos Fronterizos de la Unión Americana de Libertades Civiles, dijo que las muertes de migrantes aumentaron el año pasado a pesar de que se registró un descenso en el número de cruces fronterizos.
“Esta tragedia representa el peor resultado posible cuando las personas, niños incluidos, son sujetos a condiciones inhumanas. La falta de responsabilidad, y una cultura de crueldad dentro de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza han exacerbado las políticas que llevan a los migrantes a la muerte”, dijo Pompa.